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La necesidad de la espiritualidad en la empresa

  • Published in Top Management
El por qué de la espiritualidad en la empresa según Jorge Medina Mendez - Imagen: BBC

La reciente crisis global se debió, en gran medida, a la avaricia y la búsqueda de beneficios a corto plazo. El carácter agresivo de las empresas en su afán de lucro desmedido, los KPI perversos, la reverencia al valor de la acción por sobre todas las cosas, la presión por el rápido ascenso en la carrera corporativa, y la búsqueda del interés personal, eclipsaron el objetivo básico de toda empresa: lograr un retorno seguro y sostenible a sus accionistas.

En la vorágine de cambios que vive el mundo, los inversionistas, empresarios y ejecutivos hemos dejado de lado aquellos principios básicos que nos impartieron de niños, y que son los mismos que tratamos de inculcar a nuestros hijos, para que desarrollen un carácter virtuoso. Kazuo Inamori, CEO de Japan Air Lines y fundador de dos empresas Fortune 500, señala una fórmula simple: Carácter = Personalidad + Filosofía. La personalidad es con lo que nacemos, la filosofía es la que adquirimos de las lecciones de la vida. Por lo tanto, la filosofía en que basamos nuestra forma de vida determina nuestro carácter. ¿Qué lecciones podemos aprender de la crisis? Que, más allá de brindarnos valor económico, el trabajar y hacer empresa debería ayudarnos a forjar nuestro carácter para ser mejores trabajadores, ejecutivos y empresarios.

La finalidad del trabajo y la empresa es el bienestar del hombre, sin embargo, la sociedad actual no sólo malinterpreta tal propósito, sino que lo confunde con una simple plataforma para el enriquecimiento: ha hecho del hombre un mero factor de producción. Hemos perdido el norte y nos estamos haciendo daño. Es necesario que reflexionemos sobre nuevas formas de trabajo, sobre una manera diferente de hacer empresa; requerimos un giro que refresque el crecimiento económico, que lo aleje del egoísmo y lo acerque a valores como la fraternidad, la solidaridad y el amor. No es que las ganancias y el dinero sean malos; todo lo contrario, nos ayudan a vivir mejor, pero son sólo medios, no fines absolutos.

Necesitamos ser más espirituales, evolucionar como seres humanos, no perder nuestras convicciones, ejercer verdadero liderazgo; ser conscientes de nuestro poder de influir. Para liderar, no sólo requerimos de visión, talento y esfuerzo, sino de una profunda reflexión en los valores para comprometernos con la humanidad. Para hacer, primero tenemos que ser. No podemos ser mejores empresarios o ejecutivos de lo que somos como personas.

Ser espiritual implica ejercer un liderazgo empresarial con ética. Ello gira en torno a la disyuntiva concreta que tiene cada quien ante una sola pregunta: ¿qué hacer? Sí, qué hacer ante opciones que no son éticamente iguales, que no dan lo mismo. La acción ética es -por naturaleza propia- individual. Sin embargo, siendo nuestras decisiones singulares en lugar y ocasión, son -al mismo tiempo- universales en significado e impacto. Acá radica lo ético, que nuestras decisiones impactan en los demás. Por tanto, la ética empresarial es la convicción de que no todo vale por igual.

La pregunta ¿qué hacer? -que deberíamos hacernos antes de tomar decisiones- lleva implícita tres cuestiones relevantes. La primera es: ¿qué quiero hacer? No "qué debo hacer", ni "qué puedo hacer", sino ¿qué quiero hacer? Y lo ético no es hacer lo que quiero, lo ético es querer lo que hago. La segunda cuestión implícita es: ¿quién quiero ser?, porque cuando decido por uno u otro curso de acción, defino -ante el mundo, pero sobre todo ante mí mismo- si soy ético o corrupto. Y la tercera cuestión es: ¿qué mundo quiero?, porque mis decisiones u omisiones tienen consecuencias en los demás: en mi empresa, en mi comunidad, en mi familia, en mi país.

Espiritualidad es, por tanto, toda acción que favorece la vida y la trascendencia del hombre, que persigue su bienestar. Aquellos líderes que se percaten -primero que otros- que sus decisiones tienen una relación causal, generarán oportunidades enormes para el desarrollo sostenible. Verán el progreso económico y la generación de riqueza desde una óptica diferente. El desarrollo espiritual penetrará en la empresa y producirá resultados sobresalientes y sostenibles.

Ravi Ravindra, que visitará el Perú por segunda vez la primera semana de mayo de 2011, señala que los seres humanos no hacemos cambios radicales a menos que una gran crisis nos fuerce a ello. Dice que los hombres de negocios nos interesamos en soluciones prácticas para resolver problemas, más que en discusiones académicas. Señala que la espiritualidad es la respuesta más pertinente a la crisis y sostiene que si unos cuantos hombres de negocios exitosos cambiáramos internamente en nuestras actitudes, probablemente otros empezarían a seguir ese mismo camino. Es una ley natural: líderes atraen líderes.

Escrito: Jorge Medina Méndez. Es Country Managing Partner de Ernst & Young en Perú y miembro de su directorio sudamericano. Asesora a importantes empresas peruanas e internacionales. Cuenta con un MBA de la Adolfo Ibáñez School of Management de Miami. Analista y conferencista en temas de su especialidad, es también presidente y miembro del directorio de diversas instituciones universitarias, profesionales y empresariales.

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