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El liderazgo femenino se impone en el mundo empresarial

El nuevo mundo en el que se están moviendo los negocios está cambiando el antiguo paradigma de la administración. Foto:betazeta.com

Las organizaciones jerárquicas están siendo desplazadas por organizaciones planas con estructuras más abiertas y los estilos de liderazgo autoritarios y coercitivos dejaron de ser efectivos.

La nueva economía impone las reglas. Los mercados cambian de manera acelerada, las empresas cada vez producen más bienes intangibles basados en conocimiento. La producción física de las líneas de ensamblaje genera cada vez menos riqueza en el conjunto de las economías. La riqueza se centra en el capital humano.

En ese nuevo escenario, el gerente exitoso ya no es el que dirige con base en un organigrama establecido, sino el que sale de él. No es el que se encasilla en las reglas, sino el que emprende nuevos proyectos y estimula los demás a hacerlo. Ganan las personas flexibles, amigables, abiertas, que dan espacio a la opinión de otros y, lo más importante, que establecen relaciones creando ambientes favorables para el enriquecimiento de la organización y de las personas que forman parte de ella.

En otras palabras, el liderazgo femenino es el que se está imponiendo, lo que necesariamente le abre nuevas posibilidades de desarrollo a la mujer. El tema es de fondo e incluso la mayoría de los investigadores hablan del liderazgo femenino como un genérico, como un estilo que puede ser aplicado por hombres y mujeres. Pero, lógicamente, las mujeres son las generadoras del nuevo estilo.

Actualmente, el campo de acción laboral de las mujeres es bastante amplio. Están en el área comercial, financiera, de servicios e industrial, sin dejar de lado la labor política.

Las investigaciones de Daniel Goleman sobre inteligencia emocional confirman la tesis del liderazgo femenino. De acuerdo con Goleman (Harvard Business Review de marzo-abril de 2000), son los estilos del gerente visionario, democrático y afiliativo los que tienen el mayor impacto positivo sobre las organizaciones. Las investigaciones demuestran que aquellas personas que movilizan e inspiran con alta confianza en sí mismas son las que logran los mejores resultados. Los autoritarios y coercitivos, en cambio, quedaron atrás en la escala del impacto organizacional.

Un nuevo espacio

En las organizaciones modernas se abre, entonces, un campo para las mujeres que aplican el liderazgo femenino. Quedó atrás que las mujeres adoptaran un modelo masculino con el fin de romper con el estereotipo de las mujeres blandas, que las volvía más rígidas que los mismos hombres. Por el contrario, la mujer por sus múltiples funciones hogar, hijos y trabajo ha desarrollado una gran habilidad para responder a todo eficientemente.

Hoy, medio siglo después de que la mujer colombiana obtuvo uno de los logros más grandes, el voto, su papel ha tomado un nuevo rumbo. Ya no es raro ver mujeres ejecutivas en todos los niveles y aunque en menor proporción tampoco lo es encontrar una mujer a cargo de una gran empresa como IBM o el Banco Santander, o en un Ministerio. Tom Peters, autor de En busca de la excelencia, aconseja a los hombres estudiar el estilo de dirigir de las mujeres, como mecanismo para ser exitosos.

Romper barreras

Cada día la mujer está ganando más espacio en el mundo laboral. Sus niveles de educación y la brecha de ingresos entre hombres y mujeres se ha ido disminuyendo de manera acelerada en los últimos años.

Las cifras hablan por sí solas. Las mujeres han venido preparándose y cada vez en mayor proporción que los hombres (en los últimos 20 años, la mujer aumentó en 2,8 años el promedio de estudios, mientras que los hombres lo hicieron en 1,2 años). Y las diferencias de salario se han ido cerrando de manera acelerada.

Un estudio de Fabio Sánchez y Jairo Núñez, investigadores del Cede de la Universidad de los Andes, aporta conclusiones sorprendentes. El análisis sobre los retornos del capital humano en Colombia indica que los ingresos laborales de la mujer han aumentado generación tras generación. Para la generación de mujeres universitarias nacidas en los años 40, los hombres ganan hasta dos veces más que ellas. Luego, para las que nacieron en los años 50 la diferencia es que los hombres ganan 1,4 veces más.

Lo más interesante de todo es que, hoy la brecha es casi inexistente. Al mirar los ingresos de hombres y mujeres nacidos en la década de los 70 la diferencia es casi nula. El estudio de Sánchez muestra que los hombres apenas ganan 10% más que las mujeres de la misma edad y educación universitaria.

Fuente:El empleo

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