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El desafío de ejecutar cambios en la empresa

el desafío de ejecutar cambios en la empresaDecir que nuestro negocio necesita un cambio es muy fácil. Cambiar lo que hace o lo que es, supone un esfuerzo extraordinario que en la mayoría de los casos se subestima y se tiende a postergar.

En realidad, lo que debería hacerse es dejar eludir los problemas y tratar de resolverlos de inmediato o lo más pronto posible, porque al perro flaco obviamente no le faltan pulgas, y los problemas en la empresa cuando se presentan suelen venir todos juntos.

Cuando las cosas no van bien, o se intuye que es momento de cambiarlas, ¿cuál es la tendencia natural? La tendencia es a cambiar. Las personas encuentran motivos para reflexionar acerca de lo que puede estar provocando esto o aquello. Están dispuestas a salir de lo suyo, a buscar nuevos caminos, nuevos modos de hacer lo de siempre o algo nuevo.

Decir tendencia no es cambiar y ya, la duda siempre surge de algún modo un otro…¿será tan necesario hacer este cambio?. Nunca se sabe a ciencia cierta, lo importante es tener esa intuición de que hay algo que no está en su lugar o que no funciona del todo bien.

Cuando las cosas van bien, la intención de cambiar para mejorar suele encontrarse con un montón de palos en la rueda. A veces son imperceptibles, porque están abrigados por la costumbre, malcriados por la rutina, y siempre se los cajonea en algún lugar por “falta de motivos suficientes”.

Obviamente que para cambiar hay que tener motivos. Lo seres humanos cambian cuando los tienen, pero en la organización hay que provocar la necesidad, que no siempre resulta patente para todos.El que está en la calle no la ve igual que el que está atrás de un monitor haciendo cálculos, tampoco se ve con el mismo color si estás en compras, o en cobranzas, y mucho menos si eres el que toma las decisiones de hacia dónde ir.

Producir en las personas la convicción de que el cambio llevará a un futuro mejor, porque se evita el peligro o porque se avanza. Apuntalar la acción con programas que resulten confiables a los ojos de todos, porque se atacan las causas y no los síntomas, porque se adoptan con seguridad y compromiso de quienes tienen en sus manos la responsabilidad global de la empresa suele ser complejo.

Si se ha de cambiar que sea pronto, pero con prudencia. Las oportunidades y los peligros tienen su ritmo y no esperan, pero un paso en falso puede desencadenar peores consecuencias que las que se pretendían evitar o costos que superan el beneficio que prometía oportunidad.

Cambiar siendo dueños de sí, con serenidad de cabeza y de voluntad ¡la velocidad sin eficacia es peor que la inmovilidad!! Si pudiera ejemplificarlo con una acción cotidiana sería la que nos pasa cuando está por llover y vamos caminando por la acera. ¿Qué hacemos?...miramos el cielo, abrimos el paraguas, y apretamos el paso para intentar llegar al destino antes de que se largue el chaparrón. ¿Llegaremos con éxito? No lo sabemos, pero tenemos plena certeza de que hay que correr aunque no nos guste, sino queremos mojarnos… “al mal paso, darle prisa”.

Autor:Luis Ferraro, asesor en Dirección estratégica y analista económico.

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